Para que te sostengas en un tratamiento que implica grandes cambios de hábitos de vida (como la alimentación) y puedas avanzar a través de él es importante que tengas claro tu propósito de porqué lo estás haciendo.

Normalmente las personas vienen a consulta sin tenerlo claro. Sólo saben que quieren sentirse bien y parece que eso sea suficiente pero no, no lo es.

Querer estar sana es, por supuesto, un buen propósito pero es demasiado amplio y corres el peligro de que al cruzarse un croissant o una galleta en tu camino, tanta amplitud se desvanezca. Suele ocurrir.

Es más útil ser concreta, imaginar ese propósito con detalle.

Quieres estar sana ¿para qué? Piensa que tal y como estás ahora, sintiéndote mal, te has demostrado que puedes sobrevivir (bien o mal pero puedes).

Entonces, se más específica… Si rebosaras salud ¿qué cosas harías que ahora no puedes o simplemente no haces? ¿vivirías donde vives, ganarías lo que ganas, estarías con pareja o sin pareja, tendrías hijos o más hijos, vestirías como vistes, harías más deporte, te apuntarías quizás a clases de baile o a aprender guitarra, harías el viaje de tu vida?.

Juega con tu imaginación e imprégnate de esas imágenes que deseas y sobre todo de esas sensaciones que te provocan esas imágenes.

Cuanto más practiques y más claro veas ese camino hacia donde te diriges, cuanto más puedas imaginarte en ese lugar y cuanto más te sientas en él, más fácil será encontrar la fuerza y motivación para hacer esos grandes cambios y, sobretodo, sostenerte en ellos hasta integrarlos y que formen parte de ti.

Verás que es una manera muy efectiva de ver pasar al croissant y decirle “chao".