El estómago está protegido de sus propios ácidos y jugos digestivos por una capa gruesa de mucosa (compuesta por un 98 % de agua), la cual contiene pequeñas cantidades de bicarbonato sódico. Esto hace que el ácido clorhídrico no dañe el estómago.

Sin embargo, la mezcla de este ácido junto con el bicarbonato sódico forma cloruro de sodio o, en otras palabras, sal, siendo precisamente la sal la que le proporciona a las mucosas su consistencia espesa y pegajosa.

El agua desempeña un importante papel en la protección de esta mucosa del estómago, ya que continuamente la hidrata y renueva para evitar su deterioro.

Cuando bebemos un vaso de agua con el estómago vacío, ésta pasa inmediatamente al duodeno, donde es absorbida. Al cabo de una media hora, casi la misma cantidad de agua que ha sido ingerida es enviada de vuelta al estómago a través de las células de la mucosa, manteniéndola bien lubricada.

Si la mucosa del estómago está deshidratada y demasiado fina, el ácido puede dañarla fácilmente, causando dolor e irritación… con el tiempo, se puede desarrollar una úlcera.

Con la deshidratación, los vasos sanguíneos se estrechan impidiendo la entrada de sangre a los órganos digestivos. Esto reduce la capacidad de las células de mantener un buen nivel de agua, sodio y bicarbonato para formar una mucosa fuerte y estable.

El debilitamiento de la mucosa, además de impedir la buena digestión de las proteínas, contribuye al crecimiento del helicobacter pilory.

Otra gran razón por la que beber agua 💦💦💦.
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