La tiroides es una glándula muy sensible a las toxinas. Éstas pueden provenir del agua, aire y alimentos en forma de pesticidas, conservantes, metales pesados, nitratos… pero también a través de la toxicidad del propio cuerpo, como en los casos de estreñimiento crónico, candidiasis y parasitosis…

Es importante que evites al máximo todo tipo de toxinas, comiendo, siempre que sea posible, alimentos ecológicos, bebiendo agua embotellada o filtrada; evitando el uso de fármacos y productos químicos, como los de la limpieza;  utilizando cosmética natural; y tratando cualquier tipo de infección crónica o desequilibrio intestinal.

Por ejemplo, para limpiar utiliza vinagre, jabón, aceites esenciales y bicarbonato…

Evita las cremas con parabenos, PEG, derivados del petróleo como la parafina… A través de la piel absorbemos (por ejemplo, los médicos utilizan parches de nitroglicerina en pacientes con angina de pecho, o parches de hormonas como  método anticonceptivo) y cada vez que te pones cremas con sustancias químicas, éstas también las estás absorbiendo.

Cuidado con los plásticos en contacto con comida caliente y evita el papel de aluminio y el film de plástico, especialmente para envolver alimentos grasos como el queso, jamón…

Si te tienes que hacer una mamografía exige a los radiólogos que te protejan la tiroides con un pequeño protector destinado exclusivamente para esto y que nunca se utiliza. La tiroides es extremadamente sensible a la radiación.

Cuidado con los empastes de mercurio, los metales que se utilizan en odontología. Busca dentistas que trabajen de forma natural.

Ten conciencia de la toxicidad que te rodea y evítala tanto como puedas. Tu cuerpo, y en especial la tiroides, te lo agradecerá.

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