Si no confías en los productos ecológicos solo tienes que probarlos... el pollo tiene la carne mucho más fibrada y oscura; los tomates saben a tomates; las zanahorias son mucho más dulces; los huevos tienen la cáscara dura y difícil de romper... la diferencia es notoria.

Los animales criados de forma ecológica raramente son tratados con antibióticos (el sobreabuso de estos fármacos está contribuyendo a la resistencia de patógenos como E. Coli, Salmonella y Campylobacter). Los alimentos ecológicos contienen además gran cantidad de vitaminas, minerales y fitonutrientes.

No debemos considerar la comida ecológica como un lujo, sino como una necesidad y un derecho a nuestra salud y al medio ambiente en el que vivimos.