Todas las incoherencias en nuestro vivir (no descansar cuando nos lo pide el cuerpo, comer sin hambre, estar sentados todo el día cuando lo que queremos es movernos…) generan una lucha interna entre lo que necesitamos y lo que en realidad recibimos.

El cuerpo tiene que hacer grandes esfuerzos para adaptarse al estilo de vida al que le sometemos.

Esto con el tiempo nos debilita.

El resultado final es la enfermedad o el desequilibrio.