Tu cuerpo no debería ser el lugar donde ocurre la guerra entre la candidiasis y tú.

Desde la guerra es difícil curarse, sólo generas estrés e inflamación y perpetúas la infección.

Cambia tu forma de relacionarte con ella: acéptala como compañera de camino que te indica qué tanto te alejas o te acercas de tu equilibrio.