El 99% de personas que viene a consulta lo hace por algún problema de salud. Eso está bien. Obviamente, mi trabajo es ayudar a que personas con enfermedades o desequilibrios recuperen su salud, pero también estoy, estamos los terapeutas, para ayudar a PREVENIR. Sin embargo, este concepto no acaba de estar integrado en nuestra sociedad. Hace muchos años el médico era la persona que se pasaba por casa para ver cómo iban las cosas, cómo estaba la familia, hablaba con sus pacientes, estaba al caso de sus vidas, no sólo de su salud. Deberíamos acercarnos más a un sistema de sanidad así. Personalmente, creo muy necesario conocer a la persona a la que estoy tratando, si le gusta o no su trabajo, cómo se lleva con sus hijos, qué relación tiene con su familia y pareja, qué tipos de estrés y qué felicidades tiene. Toda esta información ayuda a diseñar un tratamiento o estilo de vida acorde a la persona y sus circunstancias. Me he encontrado pacientes que consideran que hablar de temas personales, pero ajenos, a la alimentación es perder el tiempo. No, en absoluto, la dieta es una herramienta maravillosa, pero no lo es todo. Conocer a la persona, ayudarle a poner conciencia en algunos temas, poderle aconsejar desde su individualidad es mucho más importante que dar únicamente una dieta, aunque sea la mejor del mundo. En medicina convencional se habla de prevención, pero, por ejemplo, hacerte una mamografía no es prevenir, es pillar a tiempo un cáncer. Prevenir es otra cosa, es algo más completo y profundo. Animo a que este concepto integral y preventivo de salud forme parte de nuestras vidas. Hacer revisiones preventivas, gestar confianza con el terapeuta para que te siga a través de la vida y te ayude a perfilar y pulir hábitos (alimentación, descanso, ejercicio, preocupaciones crónicas etc) podría evitar que se desarrollaran muchos síntomas y/o enfermedades.