Yo creía que cuando alguien se iba, me estaba rechazando.

Olvidaba que el irse no es dejarme... es, simplemente, irse… y que mi valía sigue intacta, independientemente de que alguien quiera caminar junto a mí o no.
 
Olvidaba que cuando alguien decide ir por otro camino, el mío no desaparece, sigue ahí, igual de mágico y especial, ofreciéndome la inmensidad de la vida.

Olvidaba mi propio beneficio en ese "adiós"... que la expansión del otro es también la mía…

Cuántas cosas olvidaba que ya no olvido.