Entrevista realizada para la revista VITAL
Cala H. Cervera (nutricionista ortomolecular)
Nuestra colaboradora habitual también padeció durante mucho tiempo ataques de pánico. Ella consiguió superarlos gracias a la nutrición, un tema en el que acabó especializándose.
Quizá la mejor manera de describir este trastorno sea a partir de tu propio caso. ¿Puedes explicarnos que síntomas tenías y cuándo empezó?
Mis primeros ataques de pánico empezaron cuando tenía unos 8 años. Recuerdo que los sufría sobre todo por la noche, al irme a la cama, y en muchas ocasiones también a primeras horas de la mañana. Los síntomas que tenía eran, principalmente, náuseas, taquicardias, temblores, sensación de irrealidad y sobre todo miedo y angustia. Con los años fui desarrollando nuevos síntomas, como espasmos intestinales, mareos y ahogo. Al llegar a la adolescencia me volví agorafóbica y así estuve hasta aproximadamente los 28 años.
¿Cómo llegaste a la conclusión de que era un trastorno relacionado con la alimentación?
Me sentía tan mal y tan limitada en cuanto a la vida que llevaba, que me propuse resolver el problema como fuera. Se me ocurrió, para empezar, que la mejor forma de entender lo que me estaba pasando sería aprendiendo sobre el funcionamiento del cuerpo humano. Primero, empecé a leer libros enfocados al estudio de la salud, y no al de las enfermedades. Poco a poco entendí la importancia de la alimentación y su función en el organismo, y así lentamente fui modificando mi propia alimentación. Este paso supuso un gran cambio positivo en mi salud. No había duda de que mis ataques de pánico estaban relacionados con la alimentación, o al menos, podían verse agravados por ésta. Decidí estudiar nutrición ortomolecular en el Institute for Optimum Nutrition de Londres y fue allí donde aprendí sobre mi propia bioquímica. Descubrí que mis ataques de pánico no eran más que síntomas de hipoglucemia reactiva (bajones de azúcar). Al tratarla, los síntomas desaparecieron completamente. Me dediqué un año a la investigación de este tema y conocí trabajos muy interesantes sobre psiquiatría ortomolecular que me animaron a seguir estudiando sobre el tema. También, a través de mi trabajo clínico he visto como algunos pacientes han mejorado mucho, e incluso se han recuperado totalmente al equilibrarles los niveles de glucosa con una alimentación y unos nutrientes específicos.
Es suficiente un cambio de alimentación para curar este trastorno?
Depende. Si los ataques de pánico tienen un origen emocional, el tratamiento nutricional puede ayudar a controlarlos y que la persona se sienta mejor en general. De hecho, no hay que olvidar que el cerebro es el órgano donde se producen nuestros pensamientos y si no está correctamente nutrido es difícil que produzcamos pensamientos sanos. Pero, en estos casos, habrá que poner especial énfasis en tratar la parte psicológica.
Si los ataques de pánico son debidos a bajones de azúcar, entonces un cambio específico e individualizado en la alimentación y el uso de unos nutrientes determinados pueden ser tremendamente efectivos. Algunas personas, a pesar de llevar a cabo un cambio en la dieta, no logran sentirse mejor. Esto puede deberse a varios factores que también pueden desequilibrar el mecanismo de regulación de la glucosa: alguna alergia o intolerancia alimenticia; un exceso de criptopirroles (elementos que le roban al cuerpo la vitamina B6 y los minerales zinc y manganeso - nutrientes vitales para controlar los bajones de azúcar-); una predisposición genética a la producción excesiva de histamina (un neurotransmisor que puede irritar el sistema nervioso); o parásitos que le roban glucosa al organismo. Todos estos factores tienen que ser tenidos en cuenta a la hora de tratar a un paciente con ataques de pánico.
¿Qué hay de la parte psicológica/emocional? ¿Qué explicación das a un ataque de pánico que se transforma en agorafobia (algo usual)? ¿Tiene solución?
El ataque de pánico, sea cual sea su causa, deja recuerdo. Hay personas que quedan profundamente marcadas por él, hasta el punto de vivir aterrados por la idea de volver a sufrir otro. Así se puede desarrollar la agorafobia (aunque hay que aclarar que no todos loa agorafóbicos han sufrido ataques de pánico). En mi caso, mi primer ataque tuvo un origen bioquímico que me desencadenó un problema psicológico. Cuando esto ocurre la parte bioquímica y la emocional se influyen mutuamente alimentando el problema. Esto hace difícil la recuperación. Yo, personalmente, no pude superar mi agorafobia a través del trabajo psicológico, solamente lo pude hacer una vez que equilibré mi bioquímica. Lo que más me ayudó fue entender que en realidad no tenía ataques de pánico sino bajones de azúcar y que, por lo tanto, tenía control absoluto sobre ellos. Dejé de tenerles miedo. Cuando desapareció el miedo al ataque de pánico desapareció también mi agorafobia. Esto, por supuesto, no ocurrió de un día a otro. Se sabe que cuanto más complejo sea un organismo, como es el caso del ser humano, más tiempo puede recordar un estímulo negativo sin que sea necesario mantenerse expuesto continuamente a éste. Esto puede dificultar las cosas, pero no imposibilitar la total recuperación.
¿Tu tratamiento es extensible a todos los casos en los que se dan ataques de pánico?.
Como ya te he dicho antes, en algunos casos el tratamiento ortomolecular puede ser decisivo en la recuperación, en otros puede ser un tratamiento complementario. Desde luego, corregir deficiencias nutricionales, seguir una nutrición óptima diseñada para las necesidades individuales de cada persona y eliminar ciertos antinutrientes, en otras palabras, equilibrar la bioquímica del organismo solamente puede contribuir positivamente a la recuperación.
¿En qué consiste tu solución, cuánto dura y si es totalmente eficaz?.
Consiste en regular el azúcar (la glucosa) de la sangre. Cuando ingerimos carbohidratos refinados, entre ellos los productos de bollería, el azúcar blanco, el pan blanco, también refrescos y alcohol, los niveles de glucosa en la sangre aumentan considerablemente y de forma rápida. El páncreas, entonces produce la hormona insulina para reducir estos niveles. Esto puede causar el efecto rebote, o sea, los niveles de glucosa bajan y la persona se puede sentir cansada, mareada, irritable, incapaz de concentrarse, temblorosa, confusa. Si ignoramos estos síntomas y no comemos algo en los próximos minutos (ya sea simplemente porque estamos durmiendo, en el trabajo, o porque no reconocemos la sensación de hambre), la forma más rápida que tiene el cuerpo de volver a aumentar los niveles de glucosa es a través de la producción de la hormona adrenalina. Ésta puede producir síntomas tan desagradables como palpitaciones, náuseas, más temblores, vértigo, calambres intestinales, ahogo, sofocaciones, sudor, visión borrosa, mareo y miedo. Ingerir estimulantes como café y té y saltarse comidas también favorecen la producción de adrenalina. Mi tratamiento consiste en regular este mecanismo, con el fin de evitar la producción excesiva tanto de la insulina como de la adrenalina, y lo llevo a cabo a través de una dieta individualizada, la corrección de posibles deficiencias nutricionales, la detección de intolerancias alimenticias, y la eliminación de antinutrientes y de estimulantes.
Es importante también reforzar las glándulas que producen estas dos hormonas con nutrientes específicos. En algunos casos es necesario, como ya he dicho antes, corregir el exceso de criptopirroles, la histamina y eliminar parásitos. Paralelamente al tratamiento es importante practicar algún tipo de ejercicio.
Por cierto, hay mucha gente que cree que sus niveles de azúcar están bien porque los análisis de sangre así lo indican. Quiero aclarar que los análisis de sangre no son un método fiable para detectar una hipoglucemia reactiva.
El tratamiento normalmente dura meses, es un proceso lento. En realidad, todo depende de la persona, de cuánto tiempo hace que sufre este desequilibrio, de su bioquímica, su genética, etc.
Si el origen de los ataques de pánico es un desequilibrio en la regulación de la glucosa, el tratamiento puede ser muy eficaz.
Una vez que se ha conseguido eliminar los ataques ¿se puede volver a recaer? ¿ El tratamiento es de por vida?
Si, se puede volver a recaer, y además es fácil. Volver, con regularidad, a una alimentación alta en carbohidratos refinados, azúcar, alcohol y estimulantes puede conducir a una recaída. En realidad, no conozco a nadie que después de haberse acostumbrado a una nutrición óptima, haya vuelto a sus antiguos hábitos alimenticios. Principalmente, porque se encuentran muchísimo mejor con esta nueva dieta, y segundo, porque ésta deja de ser un tratamiento para convertirse en una forma de vida.
¿Podrías explicar una dieta tipo?
Es difícil generalizar porque la clave de la nutrición ortomolecular es aportarle al individuo una nutrición individualizada, basada en sus necesidades personales. Pero, por encima, te diré que hay varios puntos importantes a seguir en este tipo de dieta:
- Es muy importante consumir algún tipo de proteína en cada comida, por ejemplo, huevos, frutos secos, semillas, productos de soja, algas, queso de cabra u oveja, arroz con legumbres, y si no se es vegetariano pescado y carnes blancas.
- Hay que comer regularmente, es preferible hacer pequeñas comidas pero seguidas, por ejemplo, seis veces al día.
- Evitar los carbohidratos refinados (pan, espaguetis y arroz blanco, productos hechos con harina blanca, como la pizza), el azúcar, la miel, el alcohol, los zumos de fruta envasados y los estimulantes como el café (por cierto, los cigarrillos también estimulan la producción de adrenalina).
- Si se come fruta entre comidas es imprescindible acompañarla de algún tipo de proteína, por ejemplo una manzana con un trozo de queso de oveja o unas almendras.
- Reducir el consumo de trigo y lácteos derivados de la vaca, ya que son dos alimentos que pueden producir intolerancia y desequilibrios en la glucosa.
¿Existen unas características físicas o psicológicas que predisponen a padecer ataques de pánico?
Es una pregunta difícil de contestar. Me he encontrado con todo tipo de personas. Por otro lado, existen unas características similares en las personas histadélicas (las que genéticamente son altas en histamina) y en las pirrolúricas (las que producen excesos de criptopirroles), las cuales pueden tener una predisposición a sufrir bajones de azúcar y, por tanto, ataques de pánico. Es difícil generalizar. Personalmente, todavía no he llegado a ninguna conclusión a este respecto.