Cala H. Cervera (nutricionista ortomolecular)

 
Parásitos. Intrusos en nuestro cuerpo

LAS FRUTAS Y VERDURAS SIN LAVAR, EL CLORO DEL AGUA, ALGUNOS VIAJES A LUGARES EXÓTICOS, LOS ANIMALES CON LOS QUE CONVIVIMOS... SON SÓLO ALGUNAS PRÁCTICAS COTIDIANAS QUE PUEDEN FAVORECER LAS INFECCIONES PARASITARIAS.

UN CAMBIO DE HÁBITOS QUE INCLUYA UNA DIETA ADECUADA Y CIERTOS SUPLEMENTOS NOS AYUDARÁ A LIBRARNOS DE LOS MOLESTOS SÍNTOMAS CAUSADOS POR ESTOS PEQUEÑOS INTRUSOS QUE TAN A GUSTO SE ENCUENTRAN EN NUESTRO ORGANISMO.

En biología, un parásito es un animal o planta que vive de, o dentro de otro organismo. Hasta hace poco se creía que las infecciones de parásitos solo ocurrían en países del "Tercer Mundo", donde la sanidad es pobre, el agua está contaminada y la higiene es escasa. Sin embargo, muchas personas de países industrializados conviven con parásitos sin desarrollar síntomas, y otras, por el contrario, sufren los efectos devastadores que supone ser el anfitrión de dichos organismos.

Cuando el anfitrión ni se beneficia ni se perjudica de la presencia de parásitos, la relación se denomina "comensalismo" (palabra que proviene del latín y significa "compartir la mesa"). El intestino humano está poblado por muchas especies de comensales. Por otro lado, los parásitos patológicos se nutren y protegen a costa de su anfitrión causando daño a cambio.

La patogenicidad puede variar en función de varios factores que afectan al parásito, anfitrión y ambiente microecológico donde vive el parásito. Los factores relacionados con los primeros incluyen: producción de toxinas, habilidad citolítica (acción solvente o destructiva sobre las células) y adherencia. Los factores relacionados con los anfitriones son: capacidad inmunológica, motilidad (movimientos espontáneos del intestino) y permeabilidad intestinal. Afectando a ambos, al parásito y anfitrión, se encuentra: el tiempo de tránsito de las heces y el micro medioambiente (el pH, el contenido de grasa y fibra, la salud y número de organismos bacterianos que constituyen la flora intestinal, y la habilidad de la flora para competir por nutrientes contra organismos patógenos).

 Síntomas y enfermedades relacionadas con las enfermedades parasitarias
Anorexia
Hipotiroidismo
Depresión
Poco deseo sexual
Fatiga crónica
Distensión abdominal
Alergias alimenticias
Inflamación del intestino
Permeabilidad intestinal
Intestino irritable
Picores anales
Diarrea
Flatulencia
Mala absorción
Vómitos
Dolor abdominal/ retortijones
Hipoglucemia
Problemas respiratorios
Problemas menstruales
Enfermedades autoinmunes
Estreñimiento
Fiebre
Gastritis
Dolor bajo de espalda

 
Urticaria
Artritis
Colitis
Erupciones de piel
Pérdida de peso
Sangre en las heces
Enfermedad de Crohn
Disentería
Dolores de cabeza
Sangrado del recto


 
 

 

El daño que los parásitos producen en el organismo es muy variado:

  • IRRITACIÓN E INFLAMACIÓN DE TEJIDOS
  • INVASIÓN DE TEJIDOS
  • REACCIONES ALÉRGICAS
  • OBSTRUCCIONES DE ÓRGANOS
  • MALA ABSORCIÓN DE NUTRIENTES
  • TOXICIDAD
  • DEPRESIÓN DEL SISTEMA INMUNOLÓGICO

La forma más común, en nuestra sociedad, de infectarse con parásitos es a través del agua, comida, mascotas, parvularios y escuelas, lugares a donde viajamos, y prácticas sexuales. Por ejemplo, el cloro del agua es efectivo contra las bacterias pero nada efectivo ante ciertos parásitos; las frutas y los vegetales mal lavados son una fuente común de infecciones, especialmente los importados de países donde los parásitos son endémicos; por otro lado, las carnes y pescados poco cocinados pueden ser portadores corrientes; las mascotas con las que convivimos pueden infectarnos a través del pelo, pulgas, heces; los parvularios y escuelas a través de los pañales, lavabos, juguetes; los viajes a lugares donde las infecciones parasitarias son endémicas siempre acarrean un riesgo de infección; las prácticas sexuales que incluyan sexo oral, anal y manipulación digital con una persona infectada pueden favorecer el contagio.

 

Tipos de parásitos

Los parásitos se clasifican de acuerdo a su estructura, forma, función y características reproductivas. Las cuatro categorías básicas de parásitos que infectan a los humanos son:

Protozoos: organismos compuestos de una sola célula. Se reproducen con mucha rapidez y pueden colonizar el intestino a gran velocidad. En ciertos individuos pueden viajar del intestino a la sangre y alcanzar cualquier órgano del cuerpo.

Trematodos: organismos más complejos que los protozoos. Son multicelulares y se adhieren al anfitrión con dos ventosas ventrales. Los humanos podemos infectarnos al comer: vegetación acuática infectada como son berros y brotes de bambú; pescado; o al beber agua infectada. Una vez dentro del organismo pueden trasladarse a diferentes órganos y vasos sanguíneos.

Cestodos: formados por segmentos. Su infección se produce generalmente al comer carne o pescado poco cocinados que contienen larvas. Una vez que la larva entra en el organismo se convierte en adulto dentro del intestino delgado. El parásito se adhiere a la pared intestinal a través de su propia cabeza.

Nematodos: son los parásitos comúnmente denominados "gusanos". Su contagio puede ocurrir al comer carne de cerdo poco cocinada o a través de la comida, agua y de persona a persona. Los huevos pueden sobrevivir fuera del organismo durante semanas. Por este motivo es un parásito muy fácil de transmitirse a través sábanas, toallas, ropa, moquetas, bañeras o asientos del baño. Suele vivir en el intestino y apéndice, donde se sospecha que puede causar apendicitis.

 

Tratamiento

Es recomendable acudir a un terapeuta para el tratamiento de los parásitos, ya que es un tema difícil de tratar y que requiere experiencia.

Dieta:

Antes que nada es importante evitar todos los productos lácteos (leche, mantequilla, crema, yogur, queso, lactosa, kéfir, etc.) y azúcares (miel, azúcar, sacarina, siropes, fructosa, sacarosa, dextrosa y zumos de fruta, etc.) ya que estos proporcionan energía a los parásitos.

Por supuesto, todos los alimentos con aditivos, conservantes artificiales, etc. Deberán ser eliminados, por la sencilla razón de que no sólo no le aportan nutrientes al organismo, sino que actúan como antinutrientes. Se deberá optar por una alimentación lo más natural y sencilla posible.

Las semillas de calabaza se deben introducir en la dieta ya que ayudan a desparasitar. La piña y papaya también deben comerse a menudo ya que contienen niveles altos de bromelina y papaína (enzimas proteolíticas naturales) que ayudan a digerir toxinas del intestino.

Los alimentos ricos en vitamina A y betacaroteno también deben introducirse, ya que esta vitamina fortalece el sistema inmunológico y refuerza las mucosas, especialmente del intestino y sistema respiratorio que son blanco de tiro para los parásitos. Alimentos ricos en estos nutrientes son: vegetales de color amarillo, naranja, rojo y verde y huevos.

Es importante ingerir aceites grasos esenciales (semillas, frutos secos, pescado azul, aceites de sésamo, lino, girasol y onagra) ya que ayudan a lubricar el intestino irritado y transportan la vitamina A.

No hay que olvidar la proteína que ayuda a reparar los tejidos, robustece el sistema inmunológico y produce energía, entre otros. Se recomiendan: frutos secos, semillas algas, quínoa, legumbres con arroz, productos de soja y huevos. Las cebollas, clavos, tomillo, salvia y col cruda también poseen propiedades antiparasitarias y deben usarse frecuentemente en la cocina.

Suplementos:

Existen hoy en día suplementos antiparasitarios que combinan diferentes sustancias muy efectivas. Entre ellas están: ajo, hinojo, fenogreco, nogal negro, ajenjo, artemisa, semillas de pomelo, goldenseal, etc. Un terapeuta con experiencia en este tema te puede aconsejar la combinación y dosis más efectiva para tu caso en particular. Una vez que se ha dejado de tomar dicho suplemento es importante repoblar la flora intestinal con bacteria "amiga": lactobacilli y bifidobacteria.

Durante el tratamiento antiparasitario no se aconseja tomar suplementos nutricionales, a excepción de enzimas digestivas. La razón es que cierta vitaminas y minerales pueden alimentar y "energetizar" a los parásitos. Por otro lado, una vez que estos se han erradicado se deben introducir suplementos nutricionales (teniendo en cuenta siempre las necesidades bioquímicas de la persona) para robustecer el sistema inmunológico.

El tratamiento para eliminar los parásitos suele durar un mes, aunque algunos de ellos son muy difíciles de erradicar completamente. Por este motivo, a veces es necesario repetir el tratamiento al cabo de unos meses. Una vez que se han eliminado (la persona se siente bien y los síntomas han desaparecido) no hay que olvidar la segunda parte del tratamiento: repoblación del intestino, reparación de la pared intestinal y refuerzo del sistema inmunológico. En algunos casos es necesario, también, tratar a la pareja o familia. Paralelamente al tratamiento ortomolecular se aconseja un tratamiento de desintoxicación.

Es importante llevar unos hábitos de vida sanos, hacer todo lo posible para fortalecer el sistema inmunológico y tomar precauciones para evitar el contagio de estos huéspedes sin invitación, pero, sobre todo, sin que esto nos arrastre a la obsesión de llevar una vida aséptica.