Cuántas veces he escuchado en consulta con amargura y rabia “pero ¿por qué los demás comen y beben lo que quieren y se encuentran bien y yo con lo que me cuido siempre me siento mal?”.

No envidies la salud de los demás porque no sabes lo que alguien puede estar gestando sin saberlo. Tampoco envidies que alguien pueda comer burrada y media y no sentirse mal. Eso NO es una ventaja, más bien, conlleva a hacer excesos que a la larga pasan factura. 

Si observas la Naturaleza, si miras la fotografía que he colgado, verás que los árboles reaccionan al otoño a su propio ritmo… unos cambian el color de sus hojas antes que otros… y no sólo lo vemos normal, sino que es precisamente ese “a destiempo” el que nos encanta.

Fíjate lo que ocurre en otoño: con la falta de luz disminuye la producción de clorofila, la cual le proporciona nutrientes y energía a los árboles. Cuando disminuye su producción, las hojas pierden su color verde, se debilitan y caen. El árbol concentra su energía en las raíces hasta que llega la nueva luz en primavera y todo vuelva a empezar. Es un proceso cíclico y natural... igual ocurre con la salud y enfermedad.

A veces nos sentimos mal físicamente, mientras nuestro entorno goza de una maravillosa salud… no te compares. Intenta desarrollar la paciencia y aceptación que nos muestra la vida a través de la Naturaleza. Acepta tu "a destiempo".

Desde esa aceptación (no la confundas con resignación) es mucho más fácil fluir en el vaivén de la salud. En muchos casos la resistencia y lucha contra un proceso debilita a la persona y no le permite que llegue la recuperación a su debido tiempo.

Observemos el otoño... es un magnífico maestro.